“Había gente peligrosa, loca. Muchos migrantes malolientes, junto conmigo, porque yo de verdad apestaba. Hubo momentos en los que estaba decidido a matar para sobrevivir porque estaba en lugares muy ásperos”, dice.
Desde 2009 hasta hoy, Cirerol ha presentado dos discos, Ofrenda al Mictlán y Haciendo leña. El primero, que habla de un inframundo “al que llegan los obreros” es el producto de un viaje filosófico y sicodélico, tras irse a vivir a un apartamento con el artista Chema Novelo y mendigar comida.
“A veces ni nos bañábamos. Pero lo primero que ocurrió es que gané mis primeros 15 grandes. Me impresioné mucho y dije ‘qué onda!’ fue gracias a la asistencia de la gente a El Imperial. A partir de ese lugar, no he dejado de tener éxito”.
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