Julio De Caro es considerado en la historia del tango como un músico que "hizo época". Muy probablemente su influencia en otros músicos sea mayor que su aceptación pública (en la que intervienen factores que en principio son extra-musicales, como su clase social o sus posturas políticas filo-nazis).
Las grabaciones de De Caro son de un sonido orquestal, en el sentido "clásico"; es decir: bastante más polifónico que sus contemporáneos y con matices dinámicos de increíble prolijidad. Como compositor y como arreglador, De Caro lleva a un grado mayor de elaboración y sutileza el recurso -habitual en el tango- de las contramelodías ejecutadas por el violín; habitualmente los tangos compuestos por De Caro (como Boedo o Mala Junta) exponen primero uno de los temas, y la segunda o tercera vez que aparece el violín (o los violines o las cuerdas) ejecuta en primer plano una melodía sobre el tema ya expuesto, que pasa a estar en un segundo plano. También utiliza -en una actitud que puede considerarse vanguardizante- timbres extraños al tango, como las risas dibujando una melodía (en Mala Junta) y curiosos gritos sobre el tango El monito.
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